#ElPerúQueQueremos

La de la mala suerte

Cada uno es artífice de su propia ventura

¡Ay flaquita, flaquita! ¿Por qué serás tan bonita?

Marianella Castro Robles

Publicado: 2014-11-06

¡Hola! Las frías madrugadas se han convertido en cálidos instantes. 

El eco de un susurro que respira armoniosamente a mi lado, me ha dicho que me ama antes de esparcir su bella figura en mi cama.

Mi té de cereza tiene aroma de mujer y sabe a felicidad.

Son las 4:33a.m.

Ella se ha acostumbrado a mi insomnio, como yo a verla revolotear dormida, en busca de contacto con cualquier espacio de mi cuerpo mientras escribo.

Horas antes ella me dijo: “Amor. Pasaste por mucho para encontrarme. Yo te esperaba. A veces pienso que debiste llegar antes, pero al abrazarte, caigo en cuenta que este es nuestro tiempo. Nuestro hoy es perfecto. Cuenta siempre tus historias, las amo, como a todo lo tuyo. Cada mujer fue un paso más para tenerme entre tus brazos”.

Ana. Ya puedo decir tu nombre. Yo también te amo.

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¿Empezamos?

Hay una historia que me ha taladrado la cabeza toda la semana. Las anécdotas me han enseñado mucho de mi misma. Esta en particular fue una lección de vida.

Me pregunto que habrá sido de esa pobre flaquita.

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“Las personas juntan todos los errores de su vida y crean un monstruo al que llaman destino”. John Oliver Hobbes.

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Hace algunos años adquirí la costumbre de cenar sola y disfrutarlo. Llegaba del trabajo, me daba una larga ducha, me vestía como para una cita y me iba conmigo misma a pasarla bonito. Visitaba dos o tres veces a la semana algún restaurant que me pareciera acogedor.

Allí conocí a una flaquita, a la que siempre le repetía la misma frase: ¡Ay flaquita, flaquita! ¿Por qué serás tan bonita?

Paola Pereira era tan flaquita, que para hacer sombra tenía que pasar dos veces por el mismo lugar, que tenías que mirarla dos veces para verla una vez, que su pijama a rayas tenía una sola raya.

Tenía una carita peculiar, como la de un ratoncito de cuento. ¡Que lindos que eran sus ojitos! ¡Que bonito pelito tenía! ¡Que dientes tan parejitos! ¡Que bello le quedaban sus viejos zapatitos!

Me moría de ternura. ¿Se nota?

Era mesera de un lugarcillo al que empecé a ir frecuentemente para verla. Siempre me recibía con una sonrisa. Iniciamos una complicidad que me atrajo mucho. Un día me atreví a invitarla a salir. Ella aceptó.

Un par de meses después, yo la esperaba fuera del restaurant donde trabajaba para llevarla a su casa (era la única forma de verla). Estudiaba ciencias de la educación de día en la universidad estatal “Federico Villareal” y trabajaba de noche.

Vivía lejísimos de mí, así que las casi dos horas de trayecto diarios, se convirtieron en largas conversaciones que nos hicieron conocernos como a nadie.

Su mamá y sus seis hermanos dependían de ella y su hermano Félix. Su papá los abandonaba a su suerte cada cierto tiempo por alguna mujer y cuando regresaba, los maltrataba. El hambre los atormentaba. A veces comían los hermanos menores y no los mayores. Los cumpleaños y navidades siempre fueron tristes.

Su mamá, aunque sumisa, siempre les dijo que solo estudiando podrían salir adelante y así lo hizo Paola. Nunca conocí a nadie tan perseverante como ella. ¡Qué tal ejemplo de muchacha!

(#AquíVieneLaGracia) (#AyFlaquitaFlaquita).

Empecé a notar, que a pesar de su speech de luchadora a lo Rocky III, ella era bastante negativa en cuanto a su día a día. Decía que tenía la peor suerte de todas y llevaba todo tipo de artilugios en la cartera por si alguna desgracia pasaba”. 

Allí había desde hilos multicolor y aguja para coser, hasta tiras blancas y negras para sostén de reemplazo. Desde una linterna gigante para casos de sismo, hasta una soga tan desgastada, que no dudo que perteneciera alguna vez a algún cuello. Desde papel higiénico como para un batallón que comió frijoles con seco, hasta un rosario dispuesto a perdonar pecados por si el apocalipsis se presentaba.

Por supuesto, yo me reí hasta caerme al piso con tal exageración.

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Un día me pidió que la acompañe al "Policlínico Chincha”, donde recibía medicinas del seguro contra la gastritis que sufría desde hace años. Entramos a consulta.

Yo tengo un conocido allí, el Dr. Vizarreta, con el que me contacté y que muy amablemente nos ayudó, pidiendo que le saquen todo tipo de exámenes. Nos envió con el técnico de laboratorio para las muestras, con una nota que decía: Resultados urgentes.

Paola, un poco nerviosa se hizo todo lo pedido. Regresamos un par de horas después y el técnico olía a licor y hablaba extraño. (#AsíComoTúEnLaFiestaMaría).

Bajamos con los resultados y comenté con el doctor acerca del incidente. Me dijo que era el cumpleaños del técnico y que habían tenido una pequeña celebración.

Según el diagnóstico, la flaquita bonita tenía artritis, reumatismo, el colesterol altísimo y los triglicéridos también.

Pensé: ¡Dios mío! Pobre chica :O

De pronto recordé que una vez la flaquita me había dicho que tenía el colesterol por debajo de lo normal y que habíamos bromeado con que le faltaba grasa en el cuerpo.

El doctor me dijo que le daría pastillas para controlar eso a pesar de decirle que no era posible. Convenció a Paola pero yo no me quedé tranquila y fui a hablar con el técnico acerca de algún error. Él me dijo que no cabía error alguno, que tal vez la flaquita se había descuidado en su alimentación. En cuanto se volteó, revisé la computadora, puse su apellido y los resultados tenían otro nombre. Correspondía a un hombre de setenta y tres años.

(#VesteHijoEPuta).

Le increpé al tipo, diciéndole que tenía que tener respeto por los pacientes, que no era correcto beber en horas de trabajo, que podría haber causado un daño irreversible. Me contestó que se sentía mal y que debía irse a casa. ¡Claro! Estaba borracho.

La flaquita bonita me dijo que era su suerte, que le pasaba siempre. Yo le dije que era culpa del seguro y que eran unas bestias. La abracé. Ella tenía frío. Recogimos la medicina y la llevé a su casa. 

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Otro día preferimos ir al “Policlínico Grau”porque la flaquita bonita quería subir de peso.

El Dr. Silva de medicina general le recetó anabólicos. Hace tiempo aprendí a poner inyecciones, así que con toda la disposición del mundo le dije: “Yo te lo pongo” :D (#NiWebonaCsm).

Me acordé de lo que había pasado anteriormente cuando tuve el frasquito recetado en la mano. Leí y en la impresión despintada decía: “Testosterona”.

(#PuutaQueSalada).

La flaquita me volvió a repetir que era su suerte. Que tenía la peor de todas. Casi le salen bigotes a la pobre muchacha.

Así empezaron a ocurrir diversas situaciones en donde la flaquita salía recontra mal parada.

Un día se le atracó la falda en la puerta del bus y casi se la arranca. Otro día un carro pasó por un charco y la bañó completita. Un domingo se fue a un paseo con los chicos del trabajo y se cayó del caballo mas manso. Una vez le descontaron la mitad de su sueldo porque se bajó casi todos los platos.

De todo le pasaba a la pobre flaquita. Cuando me contaba yo solo atinaba a decirle: ¡Ay flaquita, flaquita! ¿Por qué serás tan bonita? 

Me daba un "no sé qué" la carita de apesadumbrada con la que andaba. Me entraron unas ganas súbitas de protegerla. (#ComplejoDeMamáLeca).

Poco tiempo después, a mí también me pasaban cosas malas. Me golpeaba el dedo chiquito del pie en cada esquina de la cama. El perfume me disparaba justo en el ojo. El agua caliente se iba justo cuando me había puesto el shampoo. Me resbalaba y caía como costal de papa en los centros comerciales. Me quedaba sin papel higiénico en momentos... sumamente importantes O.o

Empecé a investigar. En algún punto, después de leer y releer, entendí que todo era cuestión de actitud. Si piensas que todo te va mal, así será. Si cada pensamiento que tienes es negativo, así sucederá.

Todo es un estado mental.

Entendí que somos como una antena, jalando todo aquello que visualizamos. ¡Carajo, estábamos atrayendo todo lo que no queríamos!

Traté de convencer a la flaquita sobre mi teoría. Le di libros que lo explicaban claramente, pero ella tenía una depresión difícil de socavar. La llevé al psicólogo, a talleres de merecimiento personal, a conferencias sobre la libertad de pensamiento, a cuanto curso sobre positivismo apareciera. Nada.

¡Ay flaquita, flaquita! ¿Por qué serás tan bonita?

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Así es como inicié una carrera corta de coaching y liderazgo. Yo tenía que sacarla de ese estado. Luego tuve la necesidad de ayudar a toda esa gente que pensaba que su vida no valía la pena y que había nacido para pasarla mal.

La flaquita se aburrió de mis métodos, sintió que quería cambiarla y decidió que no éramos compatibles. Eso me dijo un día que vino cojeando porque se había caído de las escaleras de su casa.

Hola flaquita. Tal vez el destino baraje las cartas, pero somos nosotros los que jugamos la partida. Espero que a través de los años hayas aprendido. Te cuento que también entendí y acepté que hay preguntas que no tienen ni tendrán respuestas, como esta tan simple que siempre te hacía: 

¡Ay flaquita, flaquita! ¿Por qué serás tan bonita?


Marianella Castro Robles.

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Pintura de la talentosa: Andrea Barreda.

https://www.facebook.com/andreabarredapintura


Escrito por

Marianella Castro

Pseudo escritora lesbiana, adicta al té y a todo lo demás.


Publicado en

Ana, Me & Australia

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