¡Hola! El sonido del reloj ha empezado a hacerse melodía esta nueva madrugada. Una pequeña araña en el rincón parece danzar en su red y darme la bienvenida. Mi té de naranja husmea mi nariz con su olor a recuerdos pasados. Todo se confabula. Yo sólo me dejo llevar por la escena perfecta para contarte una historia.

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"El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas". Woody Allen.

_________________________________________________________________________________Como bien saben, los rezagos de mi larga relación han hecho que no pueda encontrar la felicidad que tanto anhelo. Suelo comparar indiscrimadamente a cada mujer que osa encontrarme en su camino, sin hallar lo que busco.

Una vez encontré exactamente lo que quería.

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Ella tenía una inteligencia llena de bondad. Generosidad en su mirada. Consideración por los demás en cada decisión que tomaba. Seguridad y serenidad natural. Era psicóloga de profesión y adoraba trabajar con niños.

Ella era bella, como eran las primeras flores de primavera. Su olor se confundía con la dulzura de los campos abiertos en los que corría en mi infancia. Siempre tenía una sonrisa pintada en la boca y palabras positivas en cada frase que me dijera. Simplemente un sueño de novia.

María Paz Cervantes, era aquella chica que presentas a tus padres,con la que te casas, con la que formas una familia, con la que tienes la casa,los hijos, perros, gatos, etc. Con la que sabes que todo irá bien. La que por suerte cae en tu vida para arreglártela completita.

Cambió mis hábitos alimenticios (#AdiosSalchipapas). Cuidaba mi bolsillo (#GraciasPapaLindo). Se reía de mis chistes (#SóloElla). 

Su familia era increíble. Me llevaba bien con su mamá, que se hizo una amiga querida en poco tiempo. Sus tres hermanos fueron y son personas importantes en mi vida. Los consejos de su fallecido papá, son enseñanzas sabias que llevo conmigo.

Por fin tenía lo que quería. No había nada que comparar. Ella era para mi. Yo era para ella. Así estaba escrito hasta el fin de los siglos. Amén.

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Nos conocimos un día como hoy de invierno. En una semana ya pensábamos en matrimonio (#Lesbianas4Ever). 

Planeábamos nuestro futuro, con la ansiedad de quien encuentra al amor de su vida sin lugar a duda. Por fin había salido de ese hoyo terrible de sentirme un maniquí sin corazón.

 (#AyCsm) (#PorQuéSerásAsíNellaDeMierda)(#AquíEmpiezaLaWebada)

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Decidimos que después de dos semanas de alegría absoluta (#Jaa), ya era hora de tener sexo duro y descontrolado :)

Nos estábamos guardando ese momento para hacerlo especial. Ella no quería que pasara, hasta saber si éramos compatibles en cuestiones "básicas". 

La expectativa era alucinante. Nos pasamos días hablando de lo hermoso y rico que sería tocarnos, de las cosas que haríamos, de lo que diríamos en ese momento. Teníamos tantas ganas, que solo el hecho de hablarlo nos llevaba a tener orgasmos mentales. 

Ese día salimos temprano del trabajo. Nos encontramos en el estacionamiento de un lujoso hotel, ubicado en el corazón de San Isidro. 

La habitación era inmensa y estaba decorada al mejor estilo de Beverly Hills. El jacuzzi nos hacía una clara invitación. 

Saltamos a la cama quitándonos la ropa. Mi boca se esparcía por su abdomen. Ella se mordía la boca y balbuceaba al ritmo del movimiento. Mis uñas rojas rasguñaban su espalda, cuando de pronto un codazo interrumpió el apasionante momento, haciéndonos estallar de risa. 

El segundo intento ocurrió de inmediato y fue frenado por lo que había parecido un pedo entre el contacto de nuestros pechos. Otra vez fuimos presas de nuestras risas.

El tercer intento empezó lento pero constante. Iba bajando, acumulando el aire en mis pulmones, para así sumergirme en el mar de sus ganas, cuando sus piernas se cerraron con mi cabeza en medio, dejándome un zumbido en los oídos y medio ciega. 

Mientras me recuperaba, las risas otra vez se hicieron presentes.

El cuarto intento en el jacuzzi casi termina en catástrofe, cuando casi me ahogo tragando un litro de agua por la nariz. 

Nos dormimos de tanta risa. 

Los días pasaron y los intentos eran cada vez más difíciles. No había química que pudiera superar las carcajadas y las metidas de pata en pleno acto. 

Pronto se tornó un problema del que no hablábamos. Los meses fueron pasando y la relación se hacía más seria. 

La pornografía se hizo un buen sustituto por las fallidas noches, sola en casa. 

Un día conocí a una chica que quise levantarme en peso con media botella de whisky encima. Allí me di cuenta que mi relación públicamente añorada andaba hasta el perno. 

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Nos peleábamos, o mejor dicho, me peleaba por cualquier cosa. Mi mal humor y el cansancio empezaron a mermar la relación.

Cuando por fin me decidí a decirle que me sentía insatisfecha en ese aspecto importantísimo, me dijo: 

- No todas las relaciones empiezan con buen pie en el sexo. Hay que jugar, acostumbrarnos la una a la otra. Trabajar en el entendimiento de nuestra piel. Si realmente queremos esto, sabremos sobrepasar cualquier inconveniente. 

Yo no quería trabajar en nada. Quería que todo funcionara como tenía que funcionar. Lo intenté de todas formas, pero con baja moral. Temía perder todo lo anhelado, pero la miraba y ya no me gustaba. Seis meses después era hora de decir Adiós. 

Los planes inconclusos fueron los que mas dolieron. La familia. Los amigos en común. Todo eso se hizo una masa pastosa en mi cerebro, que me obligaba a pensar otra vez que no podría recuperarme de aquello. 

Mi ex merodeaba otra vez en mi mente... hasta que te conocí. 

Marianella Castro Robles.  

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Pintura de la talentosa: Andrea Barreda.

https://www.facebook.com/andreabarredapintura